Se le pide tanto a los ejecutivos como a los padres que gestionen sus emociones con inteligencia. Pero en la práctica he visto lo dificil que es para las personas lograrlo, es imperioso reconocer que poco se sabe de las emociones. No todo es rabia y miedo, aunque estas sean emociones maestras. Necesitamos alfabetizarnos en emociones.
Así como no somos del todo conscientes de la cantidad de pensamientos que ocurren en nuestra mente, cuando estamos esperando llenar el tanque de gasolina o mientras preparamos la ropa para una colada, tampoco lo somos del complejo mundo emocional que esta aconteciendo en paralelo a esos pensamientos.
Las investigaciones en Psicología se han centrado en los comportamientos, pensamiento y emociones, sin embargo han sido más conocidas y difundidas las relativas al pensamiento (a traves del estudio de la mente) y las del comportamiento; quedando un poco mas relegada las relacionadas a las emociones. Me estoy refiriendo principalmente a la difusión de los estudios realizados.
Sin embargo, podríamos decir que a partir de la irrupción, en la literatura psicológica, de la propuesta de Daniel Goleman resaltando la Inteligencia emocional como un factor esencial para destacar en el contexto laboral, se comenzó a difundir otros estudios y referencias relacionadas con las emociones. El mundo empresarial y educativo comenzó a realizar grandes debates y aplicaciones en sus contextos para garantizarar que sus líderes o estudiantes pudieran contar con altos indices de inteligencia emocional.
Bien!
Las emociones, si bien forman parte de la trilogía que define nuestra condición humana (junto con el pensamiento y el comportamiento), son aún un misterio en sí mismas debido a que no solo son una construcción fisiológica sino también lingüística y cultural.
Claro, cuando has de demostrar un alto indice de inteligencia emocional, no es lo mismo que mostrarlo en inteligencia matemática o lingüística, ambas acotadas por sendas reglas de funcionamiento. Las emociones, si bien son parte de la trilogía básica que define nuestra condición humana (junto con el pensamiento y el comportamiento), son aún un misterio en sí, debido a que son una construcción fisiológica pero también lingüística y cultural. Siempre insistiré en el peso del aprendizaje cultural. La manifestación de las emociones nunca ha sido bien vista, por lo que muchos hemos tenido que vivirla como en secreto. Sobre todo los hombres, pero no exclusivamente ellos.
Por tanto, podemos decir que las emociones ocurren en el cuerpo y afectan al cuerpo. En la construcción de una emocionalidad intervienen diferentes centros del cerebro (sistema límbico, la corteza neofrontal, la amigdala, el hipotálamo, etc.) y se manifiestan en el estómago, la garganta, la salivación, el latido del corazon, entre otros. Tanto la medicina como la psicología han alertado ampliamente acerca de la necesidad de reconocer las diferentes emocionalidades, ya que se ha evidenciado que estan íntimamente relacionadas con la aparición de enfermedades crónicas.
Los humanos hemos hecho tribu, no solo gracias a compartir un espacio, sino también a compartir un lenguaje común, simbólico y significativo.
¿Cómo reconocerlas? Sentir, las sentimos. Definirlas, eso ya es otra cosa y explicarlas mas aún. Aquí es dónde entra la complejidad de las emociones, dada su condición lingüistica. Los humanos hemos hecho tribu, no solo gracias a compartir un espacio, sino también a compartir un lenguaje común simbólico y significativo. Al crecer en un ambiente que no otorga reconocimiento y libertad para la manifestación de las emociones no queda otra opción que negarlas, reprimirlas, hacer como si no las sentieramos, hasta llegar al punto de perder contacto con ellas.
A pesar de ello, las emociones son la base de la civilización. La llamada célula de la sociedad, la familia, se sostiene a base de emociones. En condiciones ideales, la pareja se une a partir de una emoción, la proliferación, el cuidado, la educación, las elecciones filiales y posteriormente las nuevas redes de relación se crearán y mantendrán en base a emocionalidades como el amor, la confianza, el miedo y el compromiso, entre otros.
A pesar de ello, en lo personal (traspolado luego a lo colectivo), si no hemos sido educados en identificar, mencionar y describir las emociones, cómo reconocemos lo que sentimos para luego explicar a otros lo que nos pasa. No todo es miedo y rabia. Hay más. Obviamente luego del impulso que diera Goleman a las emociones se han escrito muchos libros y estrategias para detectarlas, reconocerlas en sí mismo y en los demás, clasificarlas, darles la merecida importancia y el cómo gestionarlas, sobre todo en los otros. Las ventas y el marketing son punteros en esto de gestionar las emociones de los otros.
Actualmente son claras las aportaciones de Dan Newby y Lucy Núñez, quienes proponen un paso básico para el desarrollo posterior de la inteligencia emocional: alfabetización en emociones.
para ello es importante aprender qué son, para qué son útiles, cómo diferenciarlas, atendenderlas con cariño y abrazarlas con cariño para conocernos a través de ellas.
Para Dan y Lucy todas las emociones tienen una historia que subyace en el inconsciente de las personas, estas historias dan luego pie a una creencia y por lo tanto a una predisposición a la acción. La historia detrás de la emoción permite que accedamos a ellas para conocer mejor a la persona, comprender su comportamiento e incorporar cambios. Esta propuesta tiene el valor de relacionar las emociones con su construcción linguistica, a través de la historia y por el reconocimiento que da a la emoción cuando aparece.
Al reconocer las emocionalidades, comprendemos la historia que las trajo y lo que define a la persona en el presente, unos pocos ejemplos:
La historia de la tristeza: perder algo que te importa
Frustación: lo estoy itentando y debería haberlo logrado
Orgullo: lo he hecho bien, quiero que lo sepan
Ofensa: quiero decir algo que hiera o lastime a esa persona
Ingenuidad: todo en la vida debe ser bueno y como yo quiero
Despreciar: esto está por debajo de mi estatus, esta persona no es digna de mi respeto (suele confundirse con odio)
Dignidad: soy valioso (suele confundirse con arrogancia)
...continuará.
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