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Suelo usar una metáfora, que me acompaña tanto a nivel personal como profesional, el Kaleidoscopio Humano.   Es una metáfora para promover la conciencia del sí mismo y enfocar desarrollo personal y profesional a través de diferentes métodos terapéuticos. Como también para promover cambios en las organizaciones.

Cada ligero movimiento que hacemos para auto-observarnos ofrece un paisaje experiencial a través del cual podremos conocernos más y mejor; conectarnos con seguridad con lo que somos hoy y proyectar lo que anhelamos y podemos llegar a ser.

El paisaje visual de un kaleidoscopio, aunque efímero, deja una certeza en el potencial del movimiento, en el cambio y la contemplación activa  en el simple hecho de generar una transformación.

Al promover el cambio de conciencia podemos abordar distintas opciones, sobre todo porque que cada uno accede al conocimiento del sí mismo mediante canales diferentes y propios: la razón, lo sensorial-emocional, lo racional–cognitivo, el contexto externo o interno, los retos, la aspiración e incluso lo espiritual.

Confía en tu proceso, crea nuevos movimientos kaleidoscópicos, recréate en tus nuevos paisajes de luz.

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